Hace poco leí una publicación en un foro que decía sin rodeos:
“No one likes your AI content.”
Y me quedó sonando. Porque es cierto: cada vez hay más contenido “perfecto”, pero vacío.
Entrar hoy a LinkedIn se siente como caminar por un pasillo lleno de carteles bien redactados pero sin alma. Frases motivacionales sin historia, textos impecables que no dicen nada, publicaciones con emojis colocados al milímetro.
Todos hablan igual. Todos suenan igual.
Y uno termina por no creerle a nadie.
Se nota cuando un post fue escrito por ChatGPT sin ningún toque humano: frases de “inspiración profesional”, estructuras que parecen checklist de productividad y conclusiones que podrían copiarse y pegarse en cualquier perfil.
Ese es el problema. No es la herramienta, es el desinterés por decir algo propio.
En Lumedia lo vemos a diario. La IA puede ayudarte a escribir más rápido, pero no puede pensar por ti. No puede entender la emoción detrás de una foto, el tono con el que alguien cuenta una historia o la pausa que hace que un video respire. Eso sigue siendo humano.
Cuando todo se vuelve automatizado, el público lo siente. No porque entienda de algoritmos, sino porque falta alma. Falta esa imperfección que nos hace reales: una frase fuera de lugar, una anécdota personal, una emoción que no se puede fingir.
El contenido hecho con IA puede funcionar… hasta que alguien con voz propia aparece.
Y ahí es cuando todo lo demás suena genérico.
Quizá la clave no esté en dejar de usar IA, sino en dejar de delegarle el corazón del mensaje. En recuperar la intención, la mirada, la historia.
Porque en medio del ruido digital, la autenticidad es lo único que aún no se puede automatizar.
En Lumedia Studio creemos en eso: en la comunicación con sentido, en la imagen con historia y en la voz humana que todavía emociona.
No se trata de publicar más. Se trata de conectar mejor.
